El marketing de la nostalgia (o vintage marketing) y en general el marketing que juega con elementos que apelan a nuestra nostalgia, no es nada nuevo en el mundo de los negocios y de la comunicación; las empresas retoman viejos modelos de sus productos de éxito y vuelven a proponerlos a los consumidores para que adquieran nuevo valor comercial. Esta estrategia resulta muy atractiva para ambas partes: por un lado, el consumidor aprecia este anhelo al pasado porque les hace revivir tiempos mejores y recuerdos nostálgicos; por otro lado, las empresas, reproponiendo productos, diseños y campañas del pasado, no tienen que hacer frente a grandes inversiones. Además, el marketing de la nostalgia logra generar un vínculo emocional con sus consumidores porque transmiten sentimientos de seguridad, autenticidad pero al mismo tiempo la capacidad de adaptarse a los nuevo tiempos. Este proceso no es una novedad, como hemos dicho, ya que las empresas lo explotan desde hace tiempo, pero este año, mucho más que antes, estamos asistiendo a un aumento del trend de recuperación de los viejos “sabores”: fijaos por ejemplo en la vuelta de marcas y prendas de los años 80, los colores fluo, el retrogaming… todo nos lleva atrás de unos 30 años. Lo mismo pasa en el mundo del cine y de la televisión: el ejemplo más sobresaliente es el extraordinario trabajo de los hermanos Duffers, es decir la serie de ocho episodios Stranger Things, producida y transmitida por Netflix. La serie, ambientada en la ciudad de Hawkins en 1983, cuenta la historia de la misteriosa desaparición de Will Byers y de algunos fenómenos paranormales que trastornan la ciudad.
La serie está repleta de referencias a la cultura pop de la década de los años 80: de Spielberg, a Carpenter, a Raimi, a los Goonies, Eso, Encuentros en la tercera fase, Cuenta conmigo etc. es un triunfo del cinema cult de terror y de ciencia ficción, que ha retomado algunos temas clásicos, pero adaptando los papeles de los personajes en clave más moderna.
Además del excepcional guión, otro punto de fuerza de la serie es todo lo que tiene que ver con el aspecto visual, la imagen, la fotografía y sobretodo la cabecera. La fuente utilizada, es ITC Benguiat, uno de los signos distintivos de la época en la que se inspira la serie, porque es la fuente de todas las portadas de los libros de Stephen King.
A la hora de crear los títulos de crédito iniciales, los hermanos Duffer contrataron la agencia Imaginary Forces (para quien no lo sabe, es la misma agencia que creó los créditos iniciales de Mad Men) y para ayudarles en la elección d ella fuente más adecuada, les enviaron algo como quince cubiertas de libros, la mayoría de ellas de Stephen King. Al final, los hermanos eligieron la ITC Benguiat, una fuente sencilla e impactante, creada en 1978 por Ed Benguiat, diseñador gráfico y gigante de la industria tipográfica, que diseñó más de 600 fuentes, algunas de las cuales siguen utilizándose en la actualidad. Benguiat realizó, entre otros, los logotipos de Ford, del New York Times y de Playboy.
Los trazos de la fuente ITC Benguiat, acompañados por la música de los sintetizadores, crean una de las mejores cabeceras que se ha visto en los últimos años y al mismo tiempo nos transportan a los años 80, creando así, a través de esta exitosa combinación, ese efecto de nostalgia. Al público le ha gustado tanto ese estilo que incluso se ha creado el sitio makeitstranger.com, donde todos pueden crear un texto a lo Stranger Things.