Apenas pasa una semana sin que se anuncien nuevos y sorprendentes récords de la impresión en 3D. Y lo mejor es que la ventaja de esta tecnología, que ha renovado por completo el mundo de la imprenta, es que se puede aplicar a los sectores más distintos, de la industria, a la farmacéutica, a la alimentaria, sin olvidar las posibilidades (que en buena parte todavía no se han aprovechado) que ofrece para el mundo de la arquitectura y de la ingeniería. Precisamente desde este sector, nos llega la noticia más extraordinaria de la semana: en Dubai se ha construido, por primera vez en la historia, un edificio por medio de una impresora 3D.
Se trata de una construcción ubicada muy cerca de las Emirates Towers y albergará las oficinas ejecutivas de Dubai Future Foundation. Lo que nos maravilla, no es simplemente la técnica con la que se ha fabricado, es decir la impresión 3D, sino también la velocidad con la que se ha llevado a cabo esta obra: tan solo 17 días para realizar una instalación que se extiende por 250 metros cuadrados. Más, lo que sorprende no es solo cuanto (poco) tardaron en construirlo, sino también su precio: 140.000 dólares, más o menos la mitad de lo que costaría hacer el mismo edificio por medio de tecnologías más tradicionales.
El hecho que fue Dubai la patria de esta primera y afortunada tentativa, no es para nada casual. En efecto, la ciudad siempre quiso ser – o llegar a ser – la capital mundial de la impresión 3D. Se estima que dentro de 2030 el 25% de los edificios erigidos en los Emiratos Árabes se fabricarán a través de este sistema. Parece imposible, pero no lo es: de verdad bastan unos veinte días para crear desde cero un palacio, lo que es impresionante y que hasta ayer se habría definido como ciencia-ficción. Para construir la sede de la Future Foundation, se empleó una mezcla de yeso, fibra de vidrio, cemento y plástica y la empresa china Winsum Global, a la que se enomendó el trabajo, utilizó una impresora 3D de seis metros de altura, treinta y seis metros de longitud y doce metros de espesor. Y todo eso dirigido por solo una persona que controlaba la evolución del trabajo y otros siete técnicos que montaron la estructura en un plazo de dos días. Todo esto representa, aun simbólicamente, el primer paso hacia un uso cada vez más masivo de esta tecnología. Y representa también la mejor respuesta a todos los que creían que la impresión 3D no iba a tener éxito o que podía aprovecharse solo para objetos de pequeño formato.
Abatir los costes y los plazos de producción es un objetivo posible ya hoy, y esto no significa tener que renunciar a los estándares de seguridad a los que estamos acostumbrados. La misma forma arqueada del edificio, por ejemplo, ha sido pensada para garantizar mayor estabilidad aun en caso de sismas u otras calamidades. Y los materiales utilizados son de primer orden. Entonces, el único obstáculos que queda por abatir son los perjuicios: más tarde o temprano nos acostumbraremos a la idea de ver palacios enteros construidos perfectamente con una impresora 3D. No es ciencia-ficción: ya es realidad.