Hoy en día arte y tecnología son dos mundos que a menudo están entran en contacto: en efecto, con la llegada de la sociedad industrial y aun más con la difusión de fotografía y cinema, la obre de arte ha entrado en la época de su reproducibilidad técnica. Las posturas de los artistas frente a las innovaciones y a los avances técnicos pueden ser varias y a veces hasta discordantes, algunos aprecian estos avances y experimentan nuevas formas de expresión – por ejemplo, el movimiento futurista – mientras otros los rechazan optando por el camino de idealismo o irracionalismo; como afirmaba Baudelaire: “…Si se permite que la fotografía supla al arte en algunas de sus funciones pronto, gracias a la alianza natural que encontrará en la necedad de la multitud, lo habrá suplantado o totalmente corrompido”. Sin embargo, a lo largo del tiempo el concepto de obra artística se ha desacralizado cada vez más, haciendo más lábiles los confines entre arte culta y cultura de la comunicación de masas: en esta época cualquier herramienta tecnológica está al servicio de la actividad artística.
Éste es el caso de la artista inglesa Scarlett Raven, una de las primeras en aprovechar la tecnología de la realidad aumentada junto con los clásicos óleos.
El término realidad aumentada (RA), augmented reality en inglés, ha sido inventado por Tom Caudell, un investigador Boeing que en los años Noventa utilizó algunas técnicas de AR para realizar un sistema de manutención y control de los aviones. No obstante, la idea de realidad aumentada es anterior a aquella fecha: en 1901 L. Frank Baum (escritor de El maravilloso mago de Oz) la menciona indicando la posibilidad de leer a través de una pantalla datos de la persona que estamos mirando. Pero, la verdadera tecnología se ha desarrollado a partir de los años Noventa. Los elementos que aumentan la realidad pueden visualizarse a través de un smartphone, de una computadora con cámara u otros dispositivos de visión (como gafas) o para escuchar (auriculares) o manipular (guantes dotados de sensores): cada uno de estos dispositivos añada informaciones multimedia al entorno físico del mundo real.
Scarlett Raven utiliza la realidad aumentada en su arte para mostrar todo el proceso creativo (físico y mental) que queda detrás de sus pinturas: cada pensamiento, inspiración, error y cada pincelada sobre la tela; l’AR levanta cada capa desvelando la creación del objeto artístico. Se trata de un punto de encuentro entre mundo analógico y digital, entre pintura y pixel.
El resultado es el proyecto The Danger Tree la primera exhibición de pinturas óleo a realidad aumentada celebra los cien años de la batalla del Somme, en particular las empresas del Royal Newfoundland Regiment, que sufrió muchas pérdidas.
Para conseguirlo Scarlett se sirve de la app gratuita Blippar, disponible para iOS y Android. La aplicación funciona como un visual browser: se tiene que enfocar la pintura con la cámara del móvil para obtener informaciones en tiempo real, noticias y vídeos.
En el caso del proyecto The Danger Tree, la app Blippar permite a los visitantes efectuar un verdadero recurrido entre los acontecimientos de la batalla de Somme; de cuadro en cuadro el artista ha recreado y transpuesto la atmósfera por medio de imágenes, recuerdos y versos de poetas de guerra, todo esto a través de nuestro móvil.
¿Estamos en frente al amanecer de una nueva corriente artística? Parece que sí, porque Scarlett misma define su trabajo Augmentism y se le considera la primera artista en haber reunido dos medios en apariencia muy distantes entre ellos.