El color es un elemento de importancia fundamental para la vida humana, de hecho gracias a él los sentidos aprenden la realidad. Además no sólo tiene un papel estético, si no también un simbolismo muy fuerte, relacionado por ejemplo con el día y a la noche, la luz y la oscuridad, que acompaña el hombre desde siempre. Por eso sería natural pensar que todos los hombres, en cualquier lugar del mundo, perciban los colores de la misma forma pero en realidad cada población percibe los colores de forma diferente. Esto sin citar las eventuales patologías conectadas a la percepción de los colores, el daltonismo afecta alrededor del 5% u 8% de los hombres, y particulares condiciones hormonales, como por ejemplo el embarazo, pueden distorsionar la percepción cromática. La diferencia fundamental en la interpretación del color, como escribe Fabietti en su obra “Historia de la antropología”, está en la cultura: “El sistema perceptivo de un pueblo es influenciado por las determinantes culturales porque los colores tienen significados contextuales que cambian dependiendo de la situación… y pueden tener connotaciones ulteriores que a veces vienen antes de la definición cromática propiamente dicha: por ejemplo cuando los colores son percibidos antes que nada como calientes o fríos, o por otros pueblos, como secos o húmedos”.
Los esquimales, por ejemplo, usan centenares de definiciones distintas para describir las gradaciones de blanco de la nieve, en Francia el pardo es un color, una palabra en sí mismo, mientras que en Italia es un adjetivo y, en el pasado, en todas la culturas el violeta no era considerado un color, sino una tonalidad del negro. Los “non colores” constituyen el ejemplo más evidente: en Occidente el negro es el color del luto, mientras que en Asia es el blanco, que en cambio para nosotros es el color del matrimonio, y más precisamente del traje de boda occidental porque está relacionado con la pureza.
Cada color comunica un mensaje que tiene su raíz en la cultura de quien lo mira, porque muy a menudo el simple hecho de interpretar correctamente un color decreta la supervivencia del individuo. Por ejemplo, entre las sociedades de recolectores, es fundamental individuar correctamente las bayas comestibles, que tienen un color distinto de las que no lo son.
En muchas tribus el color pintado sobre el cuerpo indica el estatus social, y en todo el mundo el color de la piel es considerado atractivo según los cánones de belleza dictados por la cultura. En Occidente la piel bronceada indica cura y un estado de salud saludable, pero no era así hace ciento años y en oriente, donde la palidez es sinónimo de gran belleza.
No por nada la palabra latina color viene de una raíz indoeuropea que indica un revestimiento exterior, y por consiguiente el aspecto exterior. De la misma manera el termino griego chrôma denomina principalmente la piel y su tono. En árabe, si bien proviene de un grupo lingüístico distinto, la raíz bašara significa “piel, tono, color de la piel”.
Algunos de los nombres de colores más utilizados y conocidos una vez indicaban tonalidades diferentes con respecto a la actualidad o proceden de otras lenguas y son el resultado de hibridaciones lingüísticas. Piénsense por ejemplo al color blanco que en latín se indicaba por medio de la palabra albus si significaba blanco opaco, de la que vinieron las palabras alba, albumen, albino o candĭdus en caso de blanco brillo, que originó la palabra candor, entre otras. Mientras el término actual, blanco, procede de blank, de origen germánica.
Otro ejemplo digno de mención es el color azul, que tiene orígenes persas, en particular el lapislázuli. En efecto, en la lengua árabe los adjetivos lāzuwardī/lāzawardī y azraq indican el azul intenso, de ultramar, que originaron la palabra zarco (Alberto Varvaro, Linguistica romanza) que llevó al término castellano azul. Este color incluso tiene varios significados religiosos: para egipcios, babilonios y judíos la santidad se expresaba por medio del color azul y oro. En el hinduismo las divinidades y sus avatares a menudo tenían piel azul, como en el caso más famoso de Shiva. Al contrario, las poblaciones indoeuropeas como griegos y romanos preferían el color púrpura para indicar el divino, mientras los Chinos optan por el amarillo.
Además es muy interesante analizar el color glauco, del latín glaucus, y antes del griego glaukós, se trata de un término que ya no está en uso y que significaba brillante, reluciente y un color entre azul claro y verde, o gris/verde o cerúleo. Precisamente por el significado incierto del término poéticamente solía traducirse como “con ojos de lechuza”, es decir “resplandecientes”, como en el caso de Atena la diosa de los ojos glaucos. Sin embargo para los antiguos griegos los ojos claros eran algo antinatural y que solían asociarse a enfermedades (de ahí las palabras glaucoma y glauconite); mientras para los romanos una persona con ojos claros no era bienvenida porque recordaba las características físicas de los pueblos bárbaros, es decir germanos, celtas y pictos, además de los tatuajes azul de algunos de estos pueblos. En los territorios islámicos existe una creencia de que a las personas extranjeras, sobre todo a una mujer con ojos azules, se le considera capaz de echar un maleficio en contra de las mujeres embarazadas, los niños y los animales.
Volviendo al color glauco, en lengua celta galesa glas (en latín guado, llamado también vitrum) se refiere al color azul, pero incluso a los matices de verde hierba y plata. El color verde (vidris en latín) se le llama gwyrdd. El mismo color en alemán se llama grün, mientras en holandés groen y en inglés green.
Mientras en Italia, antes de que se empezaron a comer las naranjas, el color naranja era solo un gradiente del color rojo: por esta razón todavía se dice “peces rojos”, “gatos rojos” o “pelo rojo” aunque a la vista se parecen mucho más al naranja.
Como hemos visto los colores han influido mucho en la manera de hablar y de definir y describir todo lo que nos rodea, hasta originar expresiones idiomáticas que no tienen algún significado literal. Por ejemplo, en inglés la frase whiter than white, más blanco del blanco, significa inmaculado: en francés rire jaune, reír amarillo, quiere decir reír a regañadientes, mientras en árabe ser amarillo se refiere a ser pálido. En inglés red letter day, literalmente un día de letra roja, es un día muy importante; para los franceses être dans le rouge, estar en el rojo, equivale a estar sin blanca. Mientras para los ingleses un blue-eyed boy (chico con ojos azules) es la persona preferita dentro de un grupo y once in blue moon (cada luna azul) significa muy raramente. Tener un día azul, un blue day, quiere decir tener un día muy malo y por la misma razón, being blue supone sentirse triste. En Francia ser triste y deprimido se dice broyer du noir, moler el negro.